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Humilde Siervo


Humilde Siervo – La Mente de Humildad en Nuestra Cruz
¿Qué significa realmente ser un humilde siervo? ¿Alguna vez ha considerado lo difícil que es ser verdaderamente humilde? No hablo de la falsa humildad que todos exhibimos cuando alguien nos llena de elogios por alguna tarea que hicimos bien o algún talento utilizado exitosamente. Podemos sonreír, actuar como si estuviéramos avergonzados, y tratar de negar el cumplido. Pero muchas veces nuestros verdaderos sentimientos son todo lo opuesto. En nuestras mentes podemos estar gritando: "Ya era tiempo de que alguien finalmente notara mis logros." No, esta no es la humildad a que me refiero; esta no es la mente de Cristo. La razón de que la verdadera humildad sea difícil es que esa humildad verdadera toma la forma de un siervo, y la mayoría de nosotros preferiríamos mucho más ser servidos que servir.


Humilde Siervo – Verdadera Humildad
Jesús nos dio el ejemplo más grande de lo que significa verdaderamente ser un humilde siervo:

"Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!" (Filipenses 2:5-8).

Nuestro texto indica que Jesús "se humilló a sí mismo, y se hizo obediente hasta la muerte -- y muerte de cruz." En las generaciones que siguieron después de Jesús, el símbolo de la cruz llegó a ser respetado y hasta reverenciado. Pero como el gran viejo himno proclama, para la iglesia primitiva la cruz era "un símbolo de sufrimiento y vergüenza." Era el medio de una ejecución pública tortuosa y humillante, y siempre significaba la muerte para la persona que la sufría. Jesús tomó Su cruz como un siervo. Su muerte no fue por Sí Mismo, sino por ésos a los que vino a servir, a saber, los pecadores. Jesús les dijo a Sus discípulos en Mateo 16:24, ". . .Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame." Él estaba declarando que cualquiera que lo siguiera tendría que morir a sí mismo y convertirse en un humilde siervo. Para apreciar la humildad de Cristo, consideremos Su decisión de convertirse en un siervo de Su creación.


Humilde Siervo – Dios el Creador Se Encarna
Es difícil para nuestras mentes terrenales comprender cómo es el cielo. Es aún más difícil comprender que Jesús Mismo, como Dios, ha existido eternamente con el Padre y el Espíritu. Él es el Logos, la Palabra. En Génesis, Él fue la Palabra que creó todas las cosas. Juan 1:1-3 dice: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho." Todo lo que existe fue hecho por Jesús. Él no sólo estaba en los cielos, Él creó los cielos. Él hizo existir al sol, la luna, y las estrellas. Él es el que creó a todos los seres vivientes. Él formó al hombre del polvo de la tierra y puso en él aliento de vida. Él tomó la costilla del costado de Adán y de ella hizo una mujer. El salmista proclamó: "De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan. Porque el la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos" (Salmo 24:1-2)."

¿Podemos imaginarnos siquiera el amor y la humildad para que el Creador mismo dejara la gloria del cielo, para revestirse de un manto de carne, para vivir entre Su creación, ser rechazado por ellos, y luego voluntariamente permitirles que lo golpearan, lo escupieran, y lo clavaran a una vieja y tosca cruz para que Él pudiera tomar sobre Sí el castigo merecido por la humanidad? Permitir esto, sabiendo que podía simplemente orar al Padre y Él enviaría doce legiones de ángeles (Mateo 26:53) nos revela la humildad, la voluntad de ser un humilde siervo, en la mente de Cristo. Jesús había tratado de enseñar esto a Sus discípulos durante el breve tiempo que pasó con ellos. La discusión entre ellos en cuanto a quién sería el más grande en el reino fue resuelta cuando Jesús habló:

"Jesús los reunió y dijo: 'Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros. Sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:42-45).

Aún la noche en que Jesús sería traicionado, mientras comía la cena de Pascua con ellos, Jesús les enseñó de nuevo lo que significa tener la mente de Cristo.

"Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó el manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.(Juan 13:3-5).

"Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 'Vosotros me llamáis "Maestro", y "Señor"; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, ha lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis'" (Juan 13:12-15).

Cuando Pablo, escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, escribió en su carta a la Iglesia de Filipos, y en última instancia, a todos los creyentes: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús..." no fue ningún pequeño mandamiento. Es imperativo que cada uno de nosotros entienda y aplique este principio si vamos a ser libres para servir a Dios. ¿Cómo podríamos alguna vez obedecer los mandamientos de Cristo sin tener esta actitud de humildad y de ser un siervo? Porque es sólo con la mente de Cristo que podemos amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen, hacer bien a los que nos aborrecen, y orar por los que nos ultrajan y nos persiguen (Mateo 5:44). Es sólo con la mente de Cristo que podemos estimar a otros como superiores a nosotros mismos (Filipenses 2:3). Es sólo con la mente de Cristo que podemos restaurar a un hermano que ha sido sorprendido en alguna falta con un espíritu de mansedumbre, considerándonos a nosotros mismos, no sea que nosotros también seamos tentados (Gálatas 6:1).


Humilde Siervo – Dios el Creador Se Encarna
Si vamos a ser humildes siervos, libres para servir a Dios, entonces necesariamente tenemos que estar libres de cualquier orgullo que pudiera impedirnos servir a otros. Jesús se humilló y llegó a ser obediente hasta la muerte, para poder pagar el sacrificio supremo por aquellos que eran indignos. Pablo entendía este principio, y después de estimarse a sí mismo como muerto, tomó la mente de Cristo para poder llegar a ser el Apóstol a los Gentiles. Esta fue la cruz de Pablo, y su reflexión sobre su obediencia a ella suena muy similar a la obediencia de Cristo a la Suya.

"Que estamos atribulados en todo, más no angustiados; en apuros, más no desesperados; perseguidos, más no desamparados; derribados, pero no destruidos. Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. . . Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios (2da de Corintios 4:8-10, 15).

La vida de Pablo fue sacrificada por el Evangelio, y como Jesús, su vida fue tomada finalmente por aquellos que fue enviado a servir. Existen innumerables historias de misioneros que han aceptado su llamado y su cruz, han ido a los rincones lejanos de la tierra para llevar las buenas nuevas de salvación a través de Cristo, sólo para perder sus vidas a manos de aquellos a los que fueron enviados a servir. Historias como éstas parecen ser un desperdicio y bastante injustas cuando son observadas con la mente natural. Es sólo con la mente de Cristo que tal sacrificio puede ser comprendido. Cuando un creyente decide tomar su cruz y seguir a Jesús, el mundo siempre ridiculizará esa decisión. El mundo busca la corona, pero no la cruz. Como creyente, ¿qué cruz se le pide que cargue? y ¿qué servicio está siendo llamado a dar? No seremos libres para servir a Dios hasta que nuestro orgullo (nuestro deseo de ser servidos) sea cambiado por la humildad (nuestro deseo de ser un humilde siervo).

¡Aprenda Más!

Presentado con autorización del folleto, Free to Serve God: 7 Principles Every Believer Should Know,por James O. Jones, Jr. (Light of Life Ministry, edición revisada del 2009). Cortesía de James O. Jones, Jr., y Light of Life Ministry. Todos los derechos reservados en el original.



¿Tú qué piensas?
Todos hemos pecado y merecemos el juicio de Dios. Dios, el Padre, envió a Su único Hijo para cumplir ese juicio por aquellos que creen en él. Jesús, el creador y eterno Hijo de Dios, quien vivió una vida sin pecado, nos ama tanto que murió por nuestros pecados, tomando el castigo que merecíamos, fue sepultado, y levantó de la muerte como lo dice la Biblia. Si de verdad crees y confías de corazón en esto, recibe a Jesús como tu Salvador, declarando: "Jesús es Señor," serás salvado del juicio y podrás pasar la eternidad con Dios en el cielo.

¿Cuál es su respuesta?

Sí, hoy he decidido seguir a Jesús

Ya soy seguidor de Jesus

Todavia tengo preguntas





¿Cómo puedo conocer a Dios?




Si murieras hoy, ¿iría usted al cielo?


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